La semana pasada empecé las clases. Se podría decir, que empezó la rutina, las largas noches de estudio, quedarse los fines de semana en casa haciendo deberes, etc. Los temas de conversación en tu casa pasan a ser siempre de lo mismo: si recibiste alguna nota, si te hiciste amigos o no, materia favorita, la materia y/o el profesor que odias, si precisas profesora particular o no, si te perdiste en clase, etc. Es algo bastante agobiante y cansador. Pero lo peor de todo es el estrés, el inmenso estrés que todo esto te ocasiona.
Es estresante cuando el salón se llena de gente, cuando los profesores comienzan a leer todo el programa, me estresa saber que me tengo que levantar temprano al otro día, saber que no voy a poder salir el sábado porque tengo que leer un libro de dos mil páginas, entre muchas otras cosas. Y todo esto, por supuesto, trae su consecuencia: los antojos. Sí, los snacks a media mañana, las cero ganas de cocinar, la necesidad constante de comer algo dulce porque sentís que tus neuronas se están desmayando. Y viendo mi necesidad por regular estos antojos que estoy teniendo, cociné.
Una tarde llegué a casa, luego de una larga mañana de clases. Muy cansada, dolorida de la espalda, sin ganas de ponerme a leer, pero con muchas ganas de comer algo rico. Y me puse a pensar: tengo ganas de hacer una rica torta de chocolate, pero no tengo ganas de ir a comprar los ingredientes. Puedo ir al supermercado y comprar unos ricos bizcochos, pero sé que más tarde me va a venir dolor de barriga. Puedo ir a la panadería y comprar algún alfajor y después sentirme culpable, o puedo cocinar algo a mi estilo, disfrutarlo el triple y saber que me voy a sentir bien. Me quede con la última opción.
Les presento:
La torta anti-estrés
Ingredientes:
- 1 taza de harina blanca
- 1 taza de harina integral
- 1/2 taza de avena
- 3/4 tazas de aceite
- 220 gramos de azúcar rubia
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de levadura
- 1 cucharadita de canela (opcional)
- 50 ml de leche de girasol ( si no tienen pueden utilizar leche común o descremada)
- 2 huevos (o pueden usar dos bananas medianas pisadas)
- 70 gramos de semillas de girasol
El procedimiento es realmente corto: precalentamos el horno a 180°C y combinamos todos los ingredientes en un bol. Cuando esté todo mezclado, colocamos la preparación en una asadera previamente aceitada.
¿Les dije no? es muy fácil y rápida de hacer. Considerando mis cero ganas de cocinar y mi ansiedad permitieron que la torta estuviese pronta en menos de 25 minutos.
Consecuencias: La disfruté,y el antojo que tenía se me fue (obviamente que solo temporalmente al otro día ya quería seguir comiendo).
Les recomiendo:
- En esta ocasión utilicé una budinera circular de silicona. Me resultó bastante práctica, el único problema es que cuando vertemos la mezcla al ser de silicona el recipiente no se mantiene firme. Pero poniendo la budinera sobre una asadera se resolvió el problema.
- Aceité la budinera con aceite de oliva. Al principio fue una equivocación mía, pero resulta que fue un error del cual no me arrepiento. Quedo muchísimo más rica.
- Cuando saquen la torta del horno es mejor que la coloquen sobre una rejilla hasta que se enfríe. Antes de cortarla y servirla.
- Queda realmente deliciosa con mermelada light de frutilla, pruébenlo. Les va a encantar. A mí me encanta poner la mermelada en el medio de manera que cada trozo se humedezca con la mermelada. Además de que queda muy lindo presentado, es mucho más fácil de comer – si colocamos la mermelada por encima es probable que se nos escape por los costados- , lo digo por experiencia propia.
Saludos. ¡Nos vemos en el próximo post!